Un soldado peronista


Por Carlos A. Rossi

Kirchner, como el mío Cid, gana batallas después de muerto.

Sus detractores miran con sorpresa como el “Flaco” les comió, muriendo así, su última pieza.
La gilada se quedó sin su principal argumento: Néstor Kirchner ya no está y no pueden decir que se va a eternizar en la presidencia.
Nos quedamos con su historia peronista, la que siempre ha sido fermento y alimento para todas las nuevas utopías, ilusiones y soluciones…
¿No será ahora, momento de meditar acerca de nuevas formas de opinar y hacer política, sin trampas, sin violencia, sin mentiras, sin operaciones mediáticas?
Es obvio que los peronistas hemos de reagruparnos una vez más en torno a Cristina. Fuerza compañera.

La tenía muy clara. Ante la duda, avanzar calculando los pasos; ante el dolor meditar; ante la militancia, ser ejemplo de vocación, lucha y entrega; ante la injusticia, saltar furibundo con memoria; ante el presente, pensar en construir el futuro; y ante la historia sudamericana, reconstruir la solidaridad entre todos los hermanos, pueblos y naciones de nuestro continente.

Al igual que Perón, su lucha se dio en el campo de ideas que mejorasen las condiciones de vida, la felicidad del pueblo y la construcción de una nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

A partir de su presidencia, las palabras democracia, solidaridad, jubilación, paritarias, asignación universal por hijo, derechos humanos, deuda externa, juicio y castigo a los represores, becas, poblaciones aborígenes, Mercosur, Unasur, dejaron de ser conceptos teóricos, para convertirse en realidades operativas.

Mediante la continuada, tenaz y paciente condición de constructor que lo caracterizaba, fue convirtiéndose en líder, maestro, conductor, y ante las confrontaciones, Jefe.

Murió en su ley, activando, militando, construyendo y dejando al país, al peronismo y a las corrientes populares erguidas, victoriosas, solidarias y con proyectos en la cabeza.

Esta vez, los recalcitrantes, no tuvieron oportunidad del brindar por una muerte. Los intentos de festejos con “vuvuzelas”, bocinas o cacerolas, se vieron ahogados por las expresiones de dolor y tristeza que su desaparición provocó. Sin solución de continuidad, muchos recalcitrantes pasaron de la intención de brindis al pánico escénico.

Con su muerte, son más los que se dieron cuenta de lo conseguido. Haber diseñado, aplicado y mantenido una política calificada por la oligarquía y los tránsfugas del peronismo como suicida, patotera, improvisada o mamarracho; resguardó a La Argentina de la picadora que hoy tritura a las sociedades cuya gestión nos ponían como ejemplo y además, en la línea del crecimiento nacional y de la afirmación continental.

A pocas horas de su deceso Kirchner, como el mío Cid, gana batallas después de muerto. Ahora son muchos más los ciudadanos que se dan cuenta que hizo, lo que había que hacer, sin importar los costos que pagaría con su persona.

Sus detractores miran con sorpresa como el “Flaco” les comió, muriendo así, su última pieza. Aquí, con o sin lágrimas, muchos lo lloramos. Arriba, el “flaco” se sonríe, y guiña socarrón el ojo con el que miraba.

La gilada se quedó sin su principal argumento: Néstor Kirchner ya no está y no pueden decir que se va a eternizar en la presidencia. Se fue cuando nadie lo esperaba.

Para ellos, el problema no solo es que se fue, sino que nos quedamos con su historia peronista, la que siempre ha sido fermento y alimento para todas las nuevas utopías, ilusiones y soluciones concretas.

Néstor marcó tiempos y acciones en este tramo de la historia. Como todos lo héroes, su leyenda nació al morir y hasta su muerte, sólo aceptaba que lo consideraran peronista.

En el período que signó el Flaco, la oligarquía, en su absurda vanidad bañada de avaricia y estupidez, rumiaba temiendo por unas riquezas que acrecentaron groseramente.

Hoy el susto (“de los poderes fácticos”) lo tienen al pensar si es verdad lo de la debilidad de “Ella”. Para su desgracia, todo indica que la Señora Presidenta es fuerte, dura e ideológicamente inconmovible. No solo lo ha mostraba en sus discursos improvisados, es así en realidad.

¿No será que ella, madre al fin y como tal garante de la familia, la casa, los hijos, la educación, la convivencia, los proyectos, o el afecto, también sea gestora y guarda de los valores políticos?

¿No será que ahora, roto el equilibrio de los tiempos que pausaba su compañero, arremeta con más intensidad contra las injusticias de la historia y para que no roben el futuro?

¿No será que para saldar las injusticias contra las mujeres, ella escriba su verdad?

¿No será ahora, momento de meditar acerca de nuevas formas de opinar y hacer política, sin trampas, sin violencia, sin mentiras, sin operaciones mediáticas?

Es obvio que los peronistas hemos de reagruparnos una vez más en torno a Cristina. Fuerza compañera.